martes, 23 de septiembre de 2008

PARTICIPAR EN LOS PRESUPUESTOS PARTICIPATIVOS


Dentro de pocos días los sufridos y dóciles representantes de las asociaciones vecinales van a participar en las Juntas de Distrito para debatir y seleccionar las propuestas que se incluirán en los Presupuestos Participativos del año que viene.
La fórmula participativa es clara: seis propuestas por distrito, por seis distritos, treinta y seis propuestas. Y aquí todo vale, desde parchear una calle a arreglar un semáforo o poner contenedores. El caso es participar.
Sin embargo, es una participación de pacotilla, que ha sido criticada desde el primer momento por una gran parte del movimiento vecinal, sobre todo porque la información sobre el proceso de selección de propuestas y de su ejecución no es participada, y se constriñe a una comisión especial cuya labor no trasciende.
Hace días que el plazo de presentación de propuestas concluyó, sin que nadie haya remitido a las asociaciones participantes la más mínima información sobre la situación de las propuestas que le afectan. El próximo día 29, cuando se reúnan en los distritos los participantes, comenzarán las preguntas de siempre: ¿Qué ha pasado con las propuestas del año pasado y del anterior y del anterior? ¿Se incluirán este año las que no se han realizado o ésas ya no valen?
No hay una sola noticia en la sección de Presupuestas Participativos de esta web municipal que reseñe la ejecución de alguna de las 32 propuestas incluidas el año pasado. Solamente se puede cotejar la afirmación categórica del señor Macián, que asegura que se ha ejecutado el 60% de ellas, correspondiendo el resto a las que tienen que ver con otras administraciones. Pero no apunta ninguna de las 32, que, salvo excepciones, no icluyen grandes proyectos de inversión, sino pequeñas mejoras de asfaltado o de iluminación de calles. ¿Es de creer que si se hubiera comenzado alguna – ya no digo concluído – no habría sido convenientemente publicitada?
Si nos atenemos al volumen económico que anuncia el consistorio estaríamos hablando de 2,5 millones de euros, cantidad nada despreciable, aunque represente solamente el 1,4% del total presupuestario. ¡Quién tuviera 2,5 millones, con la que está cayendo en la maltrecha economía municipal!.
No obstante, y a pesar de la crisis que como el mal de Almansa a todos alcanza, concluiremos el año con una nueva edición de participación presupuestaria, y los participadores vecinos habrán participado un año más que este proceso participativo de tres al cuarto.

sábado, 20 de septiembre de 2008

LA ESCUELA, PUNTO DE ENCUENTRO


“La participación en el seno de los centros escolares y en el seno del sistema educativo no solamente es un factor de democratización; garantiza una mayor receptividad de las necesidades educativas, asegura una mayor calidad de las actividades escolares”. Son palabras de José Mª Maravall, entonces ministro de educación con el primer gobierno socialista, defendiendo en el Congreso, hace ya casi 25 años, el proyecto de la LODE, la ley que puso en marcha el primer sistema educativo constitucional y dio paso a los Consejos Escolares, órganos de participación democrática de la educación.

Fue la gran apuesta del socialismo español, y entroncaba con el modelo de escuela pública comunitaria que siempre hemos defendido: “La escuela pública – decía Gómez Llorente – resume el ideal de la escuela para todos; es el medio más efectivo de alcanzar la igualdad de oportunidades entre las diversas capas sociales y fomentar la convivencia de la participación comunitaria”. Un proyecto zancadilleado desde el primer momento por la derecha, que tuvo que superar un recurso previo de constitucionalidad promovido por Ruiz Gallardón (padre) y otros diputados del Grupo Popular.

Mucho ha llovido desde entonces. La sociedad española de aquellos años ochenta, expectante ante los cambios políticos sucedidos, vivía intensamente las oportunidades de participación que se ofrecían, en la educación, en el movimiento vecinal, en la cultura, en los sindicatos… Los gobiernos autonómicos, por otra parte, comenzaban su andadura.

La red de Consejos Escolares se hizo realidad, y desde entonces, sin variar apenas sus fines y competencias, se han venido renovando con la regularidad ordenada. Son, a pesar del bajo tono participativo que poco a poco se ha venido produciendo, el punto de encuentro de padres, profesores y alumnos para decidir las importantes cuestiones de los centros y son elemento de control social del servicio educativo que ofrecen. Se han configurado, cuando la ocasión lo ha requerido, en elemento aglutinador de voces reivindicativas contra las políticas educativas perversas e injustas. Son, sin duda, por su configuración y facultades, a pesar de sus deficiencias, uno de los órganos de mayor calado democrático de la sociedad actual.

En esta semana ha tenido lugar la renovación parcial de los consejos escolares. Una vez más hemos de lamentar la nula implicación de la administración educativa para estimular la participación. Ni un solo anuncio en la televisión pública, ni un solo folleto, ni una sola comparecencia de algún responsable. Las AMPAS y los equipos directivos de los centros han tenido que poner todo de su parte, y a ellos tenemos que estarles agradecidos.

Los Consejos Escolares no son santo de devoción del Partido Popular, entre otras cosas porque no puede manejarlos a su gusto, porque no puede implicarlos en sus tácticas clientelares; es más, sabe que son escollos que muchas veces ha tenido que sortear en sus intentos de burlar la ley. A pasar de tener un representante municipal en los consejos de los centros, nunca se han preocupado de establecer nexos operativos con los responsables municipales en materia educativa. Y el Consejo Escolar Municipal, lejos de ser un órgano consultivo y director de la política educativa municipal, lo han convertido en una entelequia burocrática de carácter administrativo. La estrategia de la derecha, ante los consejos escolares, es la dejarlos morir por inanición.

Podría pensarse que, si los Consejos Escolares responden a un modelo comunitario que está en las antípodas del liberal que propugnan, impulsarían vías alternativas de atención individualizada y de participación de los ciudadanos como usuarios del servicio educativo. Pero tampoco. La derecha se ocupa de la educación por obligación, como puede y a regañadientes, pero no les preocupa ni cree en ella, si no es para abrir negocios y mantener viveros de votos. ¿Cuánto va a tardar en ofrecer al negocio privado las tres escuelas infantiles construidas en la ciudad con el Plan Zapatero?

El Partido Socialista sí cree en la educación, y en los Consejos Escolares como herramienta de participación activa, la mejor salvaguarda de los derechos individuales, la vía idónea para mejorar los proyectos educativos de los centros.

Y también cree que la ciudad, Castellón, necesita de una política educativa en la que el Consejo Escolar Municipal es un elemento primordial. Por eso en nuestro programa electoral proponemos un cambio radical en la manera de entender la educación. Bajo en lema ‘Castellón, ciudad educadora’ se halla toda una batería de acciones, estructuras de participación, servicios y centros socioeducativos en los barrios para coadyuvar con las demás administraciones en la tarea de educativa. Porque entendemos la educación como un servicio público, como un instrumento de renovación democrática y participativa: educar para transformar.

Por eso, estamos convencidos, es necesario un proyecto educativo de ciudad, liderado por el Ayuntamiento, que dé solución a los retos que se plantean en un mundo en transformación permanente y que recoja las propuestas y alternativas del conjunto de colectivos e instituciones locales.

En esa tarea estamos.

martes, 16 de septiembre de 2008

LAS EXIGENCIAS DE RAJOY


Lugar y día: Reunión de la Junta Directiva del PP en el comienzo de un nuevo curso político. 15 de septiembre de 2008
Mensaje: Exigencia al gobierno que termine con los barracones como aulas, que reduzca la vergonzosa tasa del fracaso escolar y que recupere la dignidad del profesorado.
¿?

¿Es que este señor Rajoy vive en otra galaxia? ¿Es que no sabe qué es lo que pasa por estas tierras? ¿Es que se cree que lo que dice en Madrid no llega a la periferia? ¿Es que se cree que somos lelos?

A lo mejor, esta reflexión en voz alta, este mensaje a la sociedad entera y al Gobierno para que se dé por enterado, ha sido como colofón al varapalo que le ha dado primero a su líder valenciano, señor Camps. Ha puesto el dedo en la llaga, ha visto que precisamente en esta Comunidad la tasa de barracones sólo está superada por la del fracaso escoalar, mientras la dignidad del profesorado está por los suelos, acatando el ordeno y mando de su conseller sobre cómo ha de impartise la famosa asignatura 'Education for the Citizenship', bajo amenaza de represalia ejemplar y ha dicho que esto no puede seguir así.

A lo mejor, no. A lo mejor no le ha dicho nada al señor Camps y cree que aquí todo es jauja, miel y rosas, vamos que no se entera. O a lo mejor sí se entera y no le ha dicho nada, porque la culpa de todo lo que pasa aquí la tiene el Gobierno. ¡Faltaría más!

viernes, 12 de septiembre de 2008

SOBRE LA NECESARIA REGENERACIÓN POLÍTICA


Algunas reflexiones sobre la acción política en la Agrupación Local de Castellón del PSPV-PSOE

Una de las ideas que han cobrado más fuerza hasta el hecho de convertirse en eje del discurso programático del congreso Federal del PSOE es la necesidad de vertebrar la acción política del Partido desde el municipalismo, modernizando y adaptando nuestro discurso a las nuevas necesidades de los ciudadanos de los barrios y los núcleos urbanos de las ciudades grandes y medianas, sobre todo aquéllas en las que la derecha se ha consolidadado en el poder municipal y con él, ha acrisolado un modelo de actuación neoconservador, ultraliberal y populista, instalado en una eticidad lamentable, que ha menoscabado la calidad de los servicios públicos, que ha generado o permitido modelos de ciudad al servicio de intereses opacos y que ha cercenado la capacidad de los ciudadanos en la participación democrática en los asuntos públicos.

Desde el poder municipal, se ha ocupado muy mucho de establecer redes de intereses y mimar y ampliar su base de influencia, lo que le ha permitido obtener buenos resultados electorales y perpetuarse en el poder. Y, mientras tanto, el Partido Socialista ha ido sufriendo, desde la oposición, un contínuo proceso de desvinculación con la sociedad y no ha podido – o sabido – recuperar la conexión social que nos permitan dar el vuelco electoral. Aunque el proceso ha tenido sus altibajos, ha habido momentos que hasta parecía que el estar instalado en la oposición era un cómodo status para ciertas burocracias orgánicas.

Los elementos que condicionan la imagen que la ciudadanía percibe de una opción política, según los manuales, son tres:
La definición y calidad de su líder
La coherencia y valía de los programas y propuestas políticas que presenta, y
El modo que esta opción política en su conjunto tiene para hacerlos llegar a la sociedad.

Los tres elementos son determinantes y de ellos depende la capacidad de incidencia en la contienda electoral.

Si nos atenemos a la situación que hemos vivido en Castellón durante los últimos tiempos, de estos tres elementos definitorios es quizá el último en el que con mayor frecuencia se han vertido las voces críticas, tanto desde la sociedad como entre la propia militancia. Parece que todo se reducía a “no saber vender el producto”. Se dejaban en un segundo cámodo plano la calidad del líder y las propuestas y contenidos que se ofertaban.

En las últimas elecciones municipales nos presentamos a la sociedad de Castellón con un líder nuevo, que generaba simpatía y afección, que era tildado de honesto y capaz de llevar adelante un programa atractivo y renovador, al estilo de los nuevos modos que desde Madrid nos venían.

También fuimos capaces, con mejor o peor fortuna, de elaborar unas propuestas programáticas acordes con el nuevo impulso que queríamos darle a esta nueva etapa. Y lo que fue más oportuno y positivo: se generaron en los meses previos a la campaña electoral y en ella misma nuevas dinámicas de trabajo que nada tenían que ver con la actividad que venía desarrollando el Partido.

Y todo este proceso se sobrellevó en armonía/conflicto con los modos y actitudes prevalentes en la Agrupación Local, los cuales nos han llevado, como todos conocemos, a tres situaciones denostadas:
A la inacción política de una buena parte de la militancia
A la creación de un clima poco agradable de convivencia
Al reiterado fracaso electoral

Apostábamos porque este nuevo impulso generado en la contienda electoral municipal pudiera servir de palanca motriz de una nueva etapa de los socialistas de Castellón que superara poco a poco experiencias pasadas. De hecho, la seguridad que teníamos en el triunfo electoral nos permitía augurar un plus de liderazgo suficiente que impregnara la regeneración del partido a nivel local.

No fue así, y con el nuevo fracaso – una dulce derrota en este caso – nuevamente vimos el peligro de caer en la melancolía política, el sentimiento colectivo de estar codenados a no poder retomar el vuelo.

Ha pasado un año y, lejos de observar resquicios para emprender nuevos modos que enmienden viejos errores, el debate interno que conlleva un periodo congresual, del Federal primero y el actual de País, ha sido sutituído y degenerado, desde la óptica de la militancia y de la sociedad, en una contienda entre personas – precandidatos/as – que aglutinan facciones. Y hemos constatado una vez más que, más allá del posicionamiento político, es el mordisco a la yugular y el enconamiento lo que ha prevalecido las más de las veces en las asambleas, mientras la acción política en la Agrupación y el trabajo ejecutivo se han deteriorado aún más si cabe.

Sólo el equipo municipal, parapetado en el cubículo del Ayuntamiento, ha sabido mantener el pulso político, a la vez que ha ejercido de manera eficaz su cometido.

El Congreso Federal no nos ha aportado líneas de solución, pues todo se ha dejado a lo que concluya el Congreso de País. Me temo que tampoco hemos de esperar de éste nuevos salvadores. Esperemos solamente que, tanto si es el candidato de nuestra provincia, nuestro querido Ximo Puig, el que al final arrostre la Secretaría General, como si es otro/a, los movimientos, alardes y posicionamientos que el precongreso ha producido no obstaculice el tranquilo debate, la emergencia de un nuevo liderazgo con los acuerdos estables que nuestra Agrupación necesita.

No esperemos que ningún grupo apostillado con un “ismo” o un “anti-ismo” tome la responsabilidad de la dirección local: sería nuevamente nefasto. Solamente los militantes con nombre y apellidos, por su valía personal y política, más allá de su filiación real o imaginada, tienen la clave de lo que debe hacerse para sacar adelante nuestro Partido. Más ahora con el nuevo modelo organizativo que vamos a estrenar.

También sería un despropósito que el único caudal político que tenemos actualmente, el equipo municipal, no participara activamente en este proceso, aunque peor aún sería si se pretendiera hacer en contra de dicho grupo. Retomando el municipalismo como eje vertebrador y el liderazgo de los militantes que ahora lo encarnan, podremos, como muchas dosis de generosidad, de lealtad y ganas de trabajo, iniciar el camino hacia el éxito que, sin duda, tendremos dentro de tres años en la próxima cita con la sociedad castellonense.

Si es imprescindible regenerar la acción política en la ciudad, no lo es menos definir correctamente el liderazgo que, de una vez por todas, se va a implantar en nuestro Partido dando a la provincia la sigularidad política necesaria. Y en este nuevo frente que se entrecruza, de nuevo los 'istas' y los 'ismos' cobran protagonismo, no como plataformas ideológicas o estratégicas, sino como referentes de luchas de facción.

El proceso que está viviendo el Partido es, sin duda, el de más calado de los últimos años. Un proceso necesario después de una trayectoria que nos ha llevado a una situación de ahogo. El liderazgo del país, de la provincia y de la ciudad están en juego como piezas interconexionadas de un puzle, lo que añade trascendencia a cualquier decisión que se tome individual o colectivamente. Es más, dada la escasa capacidad de influencia cuantitativa que representa la provincia en la representación de País, la posición que ha tomado el Partido en su asamblea local debe tener una enorme repercusión para su próximo futuro.

En el plano provincial ocurre otro tanto: Calles frente a Colomer. Calles, representante de una corriente llamada 'municipalista', surgida de lo que era el frente 'sevillista'; Colomer, como referente del 'lermismo' provincial, del viejo y del nuevo. Y en este baile de máscaras, hay que ver cómo se emparejan algunos conocidos.

Quizá ése es el gran problema: que cualquier propuesta de liderazgo, al margen de su bondad y proyección política, debe contar con afiliados con mucho camino recorrido que se apuntan a cualquiera de ellas para continuar medrando, sin reconocer que su tiempo ha pasado, que no pueden ser parte de la solución y sí mucha parte del problema. Si esto continúa así, seguiremos enfangados en los mismos lodos de siempre, dándose la paradoja que tanto la derecha como de esas burocracias orgánicas que apuntábamos antes serán los únicos beneficiados.

De una vez por todas, y a las puertas del Congreso, una vez celebradas las asambleas y posicionados los militantes, es hora de que los líderes se pongan a trabajar para el consenso, bajo la batuta de la organización federal. Apostaría por una nueva ejecutiva de País que aupara a Alarte como líder y que integrara a los otros pretendientes: Ximo, Romeu, Ana, Ábalos... Y que definitivamente el bagaje de liderazgo que Ximo ha conseguido en este período le consolide como líder provincial del partido con su tándem Colomer.

En cuanto al liderazgo local, bueno sería que la actual mayoría (escasa y variopinta, pero mayoría) que actualmente se ha ido forjado en torno al sector vinculado al municipalismo, se consolide y se amplíe, porque no nos sirve un liderazgo que surja de la mitad más uno de la asamblea. Será necesario tender manos y dejar a un lado incomprensiones y recelos. Será también necesario ser contundentes en la exigencia de nuevos modos de convivir, dando al mismo tiempo oportunidades a todos los que estén dispuestos a trabajar por el Partido. Actuar con inteligencia y ciudar el lenguaje: que no nos pierdan los discursos. La defensa de proyectos no necesita de ataques velados o expresos al otro. Habrá que apuntar a la valía de las personas más que a las cuotas de facción. Y encontrar un nuevo líder local, pues los viejos no nos sirven. Un liderazgo que debe sustentar, refrendar y fortalecer la acción política del equipo municipal.

Muchos afiliados que han ido dejando por el camino su militancia, y un amplio sector de nuestra sociedad – lo que es más importante - están esperando que el Partido les ofrezca un nuevo marco de acción, un nuevo proyecto que permita pasar página y trabajar para que en las próximas elecciones municipales se ponga fin a uno de los periodos políticos más negros de Castellón.

martes, 9 de septiembre de 2008

CON NOMBRE PROPIO


A pocos mandatarios les cabe el honor de hacerce un hueco con su nombre en la reciente historia de la educación en España o, por lo menos, de ser recordados por el colectivo del ramo. Son muchos los ministros y, más aún, sus homólogos de las autonomías que han dirigido y dirigen, unos y otros, el entramado educativo en el último medio siglo y escasa su contribución singular al sistema.

Si me apuran, hasta hace poco, el único que sonaba es el simpar Julio Rodríguez Martínez, ministro de Educación de Franco, el cual, en los escasos seis meses de mandato (de junio del 73 a enero del 74), tuvo la grandísima ocurrencia, para dar un vuelco a la maltrecha educación de los españolitos, de implantar en la educación su particular calendario, con el curso comenzando con el año natural, en enero, para acabarlo en octubre. El intento se conoce como “el calendario juliano”. Menos mal que ahí estaba el cejudo Carrero Blanco para pararle los pies, pero logró pasar a la historia.

Parece que a nuestro recordado Julio le ha salido un serio competidor en esto de tener ocurrencias y ordenar disparates para, supuestamente, mejorar la educación. Se trata, cómo no, de nuestro Conseller Font de Mora y su programa de Educación para la Ciudadanía, enseñado en castellano o valenciano pero comunicado en inglés, con dos profesores: el de la asignatura y el de inglés. Se atreve a decir, al respecto, que es una forma más de mejorar el aprendizaje de esta lengua extranjera, que tanta falta hace.

Semeja un mal chiste, pero es la cruda y triste realidad. La educación de nuestros jóvenes, una vez más, puesta al servicio de las reyertas partidistas, sin ambajes, con todo el cinismo que son capaces de almacenar, arrimando al mismo tiempo el ascua a la sardina de la enseñanza de los curas. Aún cuando este sector confesional de la enseñanza está harto de utilizar dinero público para adoctrinar a sus alumnos, pone el grito en el cielo si se trata de educar a todos y todas en valores ciudadanos, consagrados por la Constitución, para educarles en algo tan valioso como es saber convivir con los demás democráticamente. No es algo nuevo: siempre han actuado del mismo modo.

Pero lo que pone la diferencia ahora es, precisamente, la pirueta que se ha inventado el señor Font de Mora: en inglés; así, como no se enteran, no podrán enseñarles los contenidos pero aprenderán inglés. Es tal el desatino que, creo, el propio conseller está esperando la resolución judicial para acabar con el esperpento. Mientras, ahí queda el intento, para vergüenza de todos, y si puede, en su condición de forense, certificar la defunción de la educación en este país. Pasará a la historia con nombre propio.